El templo blanco
De Gwangju, Corea del Sur.
No existe mejor ciudad
que Gwangju para albergar un evento de tiro con arco. Cuna de grandes leyendas,
la metrópolis surcoreana, cuenta entre sus construcciones con la Universidad Gwangju
para mujeres. En ésta, se encuentra el centro deportivo donde, además de servir
a nivel profesional, el público en general tiene la oportunidad de aprender y
practicar la disciplina que, desde su debut, Corea del Sur ha dominado
ampliamente. De hecho, es su gran infraestructura e inversión, una de las principales
razones por las que los y las arqueras surcoreanas mantiene un nivel de competitividad
sumamente elevado. Por esto, los “Tiburones Blancos”, como varias veces se les
ha referido, cuentan con el respeto de grandes países. Tal es el caso de China
y Francia que, incluso, han ocupado las instalaciones de la Universidad para
realizar campamentos de entrenamiento.
Después de los
Juegos Olímpicos (JJOO) de Los Ángeles (1984), Corea del Sur construyó el
Centro Seo Hyang-Soon, que honra a la primera arquera surcoreana en ganar un
oro olímpico. A partir de entonces, se instauró en el país la tradición que
ahora mantiene a sus arqueras como las mejores del mundo, impulsando la inauguración
de la universidad en 2015. En este sentido, Gwangju se ha preparado para ser
protagonista de los mejores eventos de esta disciplina pues, luego de albergar
la segunda etapa de la copa Mundial, será sede del campeonato en 2025. Evidentemente,
Corea del Sur no solo aspira a ser centro del tiro con arco, sino acrecentar su
dominio. Tal y como lo refleja uno de sus muros, donde se encuentran las imágenes
de las últimas tres campeonas olímpicas. Una de ellas, la mejor del mundo en la
actualidad, An San, quien junto a Choi Misun y Lee Gahyun, conquistaron la
prueba por equipos, donde vencieron, sin perder un solo set, a una potencia en
ascenso como lo es Alemania.
Es verdad que San no tuvo su mejor actuación en este último torneo pero, si algo caracteriza a Corea del Sur, es su múltiple formación de talento. En este caso, fue Misun la encargada de retener el oro después de vencer a sus dos compañeras de equipo, con Lee Gahyun compartiendo la final. Una gran actuación que se sumó a la espléndida participación de Corea del Sur, que salvo en las competiciones por equipos mixtos y la prueba para hombres de arco compuesto, sumó nueve podios entre todas las categorías. Sin duda, la prueba irrefutable de que, visitar el templo blanco, es una de las ambiciones más grandes por su nivel de dificultad. Gwangju es más que una ciudad metropolitana, es la capital del tiro con arco, que vio formarse a los y las arqueras que, en cada competición, ponen en alto la bandera de su nación. Hablamos de una urbe regida por un deporte, por una disciplina donde la excelencia parece el único resultado posible.
Información recuperada de: World Archery.
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