El legado de Ravel
De Beijing 2022.
Estrenada en 1928,
en la Ópera de París, el Bolero de Ravel ha recorrido la historia hasta
volverse parte de ella. Sus partituras son sinónimo de gloria y perfección, como
de impotencia e incertidumbre. Desde su concepción, la obra llamó la atención
por su ritmo y tempo, que recordaban a la danza española. Sin embargo, la pieza
compuesta por Ravel, ocuparía un lugar no solo en la memoria musical, sino también
en la deportiva. Fue en Sarajevo 1984 cuando, Jayne Torvill y Christopher Dean unieron
su danza a las notas de Ravel. Aun catalogados como favoritos, ni la prensa, ni
el público pudo predecir la belleza que la pareja británica alcanzaría aquel
día. Sus movimientos alcanzaron tal pulcritud que, los jueces no tuvieron más
que otorgar la máxima calificación.
No obstante, el
Bolero de Ravel siempre ha estado acompañado por un grado de dificultad. En el
caso de Torvill y Dean, la música sobrepasa el límite de tiempo establecido. Un
problema que lograron resolver con la misma creatividad para trazar una extraordinaria
coreografía. Sirviéndose de un vacío en la normativa, la pareja británica, esperó
de rodillas a que transcurrieran algunos segundos para, de esa manera, lograr
emparejar el tiempo de la melodía con el de la danza, siendo perfectamente
legal su presentación. Así fue como llegó la calificación más alta hasta el
momento, con Ravel y el equipo británico escribiendo el primer capítulo de una
obra en tres actos.
Décadas más tarde, en
Beijing 2022, aparecería una nueva intérprete sobre el escenario, la patinadora
rusa, Kamila Valieva. La joven prodigio no tuvo inconveniente en retomar las
notas de Ravel para imponer un nuevo récord olímpico. A sus quince años,
Valieva se convirtió en la primera patinadora en ejecutar un salto cuádruple,
mismo que le valió al Comité Olímpico Ruso (ROC) el oro en la prueba por
equipos. Sin embargo, al igual que las notas del Bolero, la historia de Kamila
estaría llena de contrastes. Previo a la presentación del programa corto en la
prueba individual, se abrió un caso por supuesto dopaje durante competiciones
nacionales. Entonces, el Comité Olímpico Internacional (COI) determinó que Valieva
debía competir, evitando un daño injusto en su carrera.
Así, con una investigación pendiente y los ojos del mundo puestos sobre ella, ya no solo por su rendimiento sobre le hielo, sino también por la reciente polémica, Kamila llegó como número uno a la presentación del programa largo. Después de las actuaciones de Trúsova, Shcherbakova y Sakamoto, solo Valieva podía lograr que tres patinadoras rusas subieran al podio por primer vez. No obstante, las notas de Ravel tenían escrito un desenlace distinto. Los nervios y tensión que imperaban en el Estadio Cubierto de la Capital, estallaban con cada nota de la música, justo como los errores de Valieva. La misma partitura con la que se alcanzó la excelencia, ahora contaba una tragedia, que concluyó con las lágrimas de Kamila al saber que, su actuación estaba lejos de lo esperado. Ahora, Ravel guarda silencio, sin saber cuándo volverán a escucharse sus notas.
Información recuperada de: BBC; Marca.
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