Vestir de blanco

 

Foto: Diaro AS


De Madrid, España. 

Hay una verdad inmutable en el mundo del futbol. No hay equipo con tanta magia como el Real Madrid en competiciones europeas. Desde la fase clasificatoria, el cuadro merengue ha demostrado ser un equipo hecho a la medida de este torneo. La presente temporada de la UWCL es la primera edición en la que participa el Madrid, sin embargo, pese al nuevo formato, da la impresión que este equipo se siente demasiado cómodo jugando a nivel continental. Su segundo partido en fase de grupos, confirma el buen futbol que es capaz de desplegar, sobre todo a la ofensiva. Una goleada de cinco por cero ante Breidablik para mantener el invicto, en la que ha brillado Moller con su primer hat-trick en esta campaña.

El gran momento del Madrid en la UWCL resulta un tanto surrealista cuando se sabe que, este mismo equipo, marcha en la posición número 13 en la liga española. Aunque, quizá, lo más sorprendente sea el balance de goles, pues sigue sin encajar un solo gol en Europa. Clave de esto son sus laterales, que no dejan de pegar carreras de norte a sur durante los noventa minutos de juego. Incluso, una de ellas ha sido pieza fundamental esta noche en el Alfredo Di Stéfano. Se trata de la mexicana Kenti Robles, que sirvió dos asistencia y apareció en el lugar preciso dentro del campo. La seleccionada azteca es además una de las futbolistas más eficientes en sus pases, lo que permite al cuadro madridista mantener el balón, y el control del partido, la mayor parte del tiempo.

El cuadro dirigido por Aznar es la definición de practicidad. No dilata los tiempos, sino por el contrario, los acelera a su conveniencia. De ahí las ráfagas de goles con las que define el partido. Tal es la revolución del Real Madrid que, Carmona no se espera ni a los cinco minutos de haber ingresado para marcar. La única frustración que ahora arrastra el cuadro merengue es la de Nahikari que, tanto buscó el gol durante el encuentro pero, lo terminó encontrando Navarro. Así son las noches de UWCL para el Madrid, redondas, mágicas, sin treguas. Un club que llevaba tatuado en el pecho la grandeza.


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