One last time
De Minnesota, Estados Unidos.
Esta no será la última vez que se hable
de Carli Lloyd pero, sí su último partido como seleccionada nacional. Estados
Unidos cerró su calendario futbolístico con un doble partido frente a Corea del
Sur. En un primer encuentro, las estadounidenses sorprendieron con un empate.
No así la noche del martes, en la que Horan, Morgan, Rapinoe, Lavelle y Williams
honraron el legado goleador de la estrella apunto de retirarse. Pasada la hora de
tiempo corrido, el sonido local anunciaba la salida de Carli, quien se retiró
del campo y del futbol profesional entre aplausos, pancartas y ovaciones. De la
misma manera en la que el Allianz Field recibió a Lloyd entre elogios, también
se rindió a los pies de una de las más grandes exponentes de este deporte al
salir de cambio, y una vez más al finalizar el encuentro.
A partir de hoy, se cierra la brillante
carrera de una de las pilares del Dream Team que, durante tantos años, dominó
ampliamente el futbol femenil. En su lugar, da comienzo la leyenda, el mito, de
una de las máximas goleadoras a nivel selecciones y jugadoras más laureadas en
la historia reciente. Tanto en lo individual como en lo colectivo, Lloyd marcó
una época en el balompié, poniendo al servicio de la pelota su talento con los
pies, su fortaleza mental y su experiencia con el paso del tiempo. La derrota
en la final de Alemania 2011 potenció a una de las figuras más emblemáticas del
cuadro de las barras y las estrellas, impulsándola a llevar su juego a un nivel
superior. Fue en los años 2015 y 2016 cuando Carli alcanzó la cumbre de su
trayectoria, siendo reconocida como la mejor del mundo al recibir el Balón de
Oro y el The Best de manera consecutiva.
Lloyd fue una pionera fuera y dentro del
campo. Sobre el césped, Carli continuó marcando el camino que Hamm, Prinz,
Marta, Sawa y su compatriota, Abby Wambach, comenzaron a forjar a inicios de
este siglo. Casi de manera instantánea, Lloyd se volvió el emblema del futbol.
El gol desde medio campo a Japón en aquella anecdótica final de 2015, grabó
para siempre el nombre de la número ‘10’ en la memoria de la afición, un dorsal
ahora heredado a Horan. Más todavía, su cercanía con la grada, la hacen una de
las futbolistas más queridas en las últimas décadas, inspirando a múltiples
generaciones. Su legado deportivo puede medirse en números, con un palmares
abultado, sin embargo, como ocurre con los ídolos, Lloyd fue más que una
deportista. Si Alexia, Pernille o Ada son la prueba irrefutable del reciente
crecimiento del futbol femenil, Carli fue la confirmación de que el sueño era
posible.
Tal y como ella lo compartió para The Players Tribune, Lloyd fue subestimada. Las expectativas sobre ella eran mínimas, por debajo de la futbolista promedio, lo que nos recuerda la frecuencia con la que el futbol femenil es infravalorado. Por ello, el éxito conseguido por Carli sirvió para demostrar lo equivoco de tantos. La última prueba de su valor y resiliencia la atestiguamos en Tokio 2020, donde la selección de Estados Unidos tuvo que ir de menos a más para subirse al podio. Mucho antes de entrar en la conversación diaria, Lloyd ya era una referente de salud mental, sobreponiéndose a lesiones y momentos sumamente complicados. Frente a cada crítica, derrota o adversidad, la ex Gotham FC, jamás perdió de vista la meta, y encaraba al rival con mayor determinación. Después de todo, fue Lloyd quien nos enseñó que es “cuando estás tumbada, cuando aparece la oportunidad para levantarse”.
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