Mercado de Piernas

 

Foto: Marca


De Latinoamérica a Europa. 

Ya lo advertía Galeano hace un par de décadas, al describir la exportación del talento latinoamericano a Europa. Más todavía, el uruguayo logró predecir, en un par de líneas, el presente de Lionel Messi: “asfixiado por las deudas, (el club grande) lo vende a otro club más grande de un país más grande”. Aun siendo enemigo del futbol moderno, Galeano supo reconocer el ascenso de los hombres de traje, actuales dueños del futbol. La figura del socio ha ido desapareciendo, y donde antes existían sociedades, ahora se tienen Estados. En el presente, existen, ya no equipos, sino corporaciones enteras respaldadas por inversionistas, o lo que resulta más inverosímil, países enteros.

En mayo de 2021, el portal de noticias Goal enlistaba a los diez dueños de clubes más ricos del mundo. Entre ellos, apenas cuatro millones abajo del primer puesto, aparece uno de los hombres más citados en días recientes. Originario de Doha, Nasser Al-Khelaïfi parece haber sido destinado a convertirse en el poderoso empresario que ahora es. La vida de Al-Khelaïfi estuvo marcada por el deporte desde el principio, aunque sin mucho éxito como profesional. Como tenista, el puesto 995 fue su mejor clasificación en el ranking mundial, mientras, fuera de la cancha, su amistad con el heredero al trono, Tamim bin Hamad Al-Than, le abría las puertas en el mundo financiero.

Fue gracias al actual emir de Qatar que Nasser formaría parte de la Autoridad de Inversión del país, iniciando su carrera como empresario. Posteriormente, sería presidente de la Federación Qatarí de Tenis y de la Federación Asiática, hasta consolidarse al frente de la Inversión Deportiva de Qatar. Encabezando dicha subsidiaria, Al-Khelaïfi tendría un solo objetivo: convertir al Paris Saint-German (PSG) en el mejor equipo del mundo. Copas, ligas y grandes fichajes podrían servir como argumentos a favor de Nasser, no obstante, la galáctica plantilla del PSG es apenas un triunfo en la batalla librada entre los Emiratos Árabes y Qatar. La rivalidad entre dos de las más grandes potencias petroleras se ha trasladado al campo de futbol, donde la meta es la máxima competición europea, la UEFA Champions League (UCL), misma que ninguno ha conseguido.

De lado de los Citizens, la historia de Mansour bin Zayed Al Nahyan puede no ser tan distinta a la de Nasser ya que, pese a ser hijo del primer presidente de los Emiratos Árabes, Mansour también tuvo que formarse su propia carrera en el ámbito financiero. Comenzó su vida como empresario en la Compañía Internacional de Inversiones Petroleras, hasta convertirse en el presidente de la Autoridad de Inversión de Emiratos. Así, desde su posición político-económica, adquirió el equipo del Manchester City, al que se especula ha invertido cerca de 1.5 mil millones de euros, reflejados en los últimos años exitosos del club. Por supuesto, pese a disputar en la última edición de la Champions su primera final, el City se mantiene a un paso de lograr su más grande objetivo, que es hacerse de la “Orejona”.

Asimismo, en 2014, Mansour fundó el Grupo City Football, presente en más de diez países, desde Japón hasta Bolivia. Entre los equipos más conocidos que forman parte del grupo emiratí se encuentran el New York City (Estados Unidos), el Girona (España) y el Melbourne City (Australia). Además, por si no fuera suficiente su presencia en el deporte, el jeque de Emiratos Árabes también posee acciones de Dalmier, empresa automotriz dueña de Mercedes-AMG, parte de la escudería alemana de la Fórmula 1 (F1). Cabe mencionar que, Mansour no es el único empresario con presencia en varias competiciones deportivas pues, el creador de Red-Bull, Dietrich Mateschitz, aunque ahora con mayor popularidad gracias a la F1, también es dueño del RB Leipzig en Alemania, sorprendiendo al mundo al ser uno de los mejores ocho equipos europeos en 2020.

Innegablemente, el futbol se ha consolidado como el negocio más grande en nuestros días, llegando incluso a ser una herramienta fundamental de la política. Si hace años ya se consideraba al Mundial como una lucha sociopolítica entre naciones, ahora son los clubes los encargados de representar a los Estados en la lucha por el poder. Un fenómeno que no ha pasado inadvertido para los estadounidenses, que hace tiempo comenzaron a invertir en su liga local, listos para explotar el mercado. Por esto, nunca las palabras de Galeano dolieron tanto como ahora, al decir que “no hay droga que mueva más fortunas tan inmensas en los cuatro puntos cardinales” como lo hace el balón. Fortunas que corrompen la esencia del futbol, que borran la competitividad del deporte, que replican los defectos de la sociedad, que insultan la pobreza extrema en el planeta, y la agonía del mismo. Pocas cosas tan humillantes para la humanidad como que un jugador valga más que una plantilla entera de futbolistas. 


Fuente: Goal, Forbes, El Economista. 



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