La cancha de unos
Foto: POPSUGAR
De la Sociedad Moderna.
El deporte, sobre todo en épocas recientes, se ha carecterizado por ser algo más que un simple entretenimiento. Disciplinas como el futbol o el baloncesto, con un gran número de seguidores alrededor del mundo, se han transformado en plataformas a través de las cuales atletas, aficionados y sociedad, han manifestado su inconformidad respecto de diversas injusticias sociales.
El más reciente caso: el movimiento Black Lives Matter. Una causa que, históricamente se ha presentado en diferentes países, siendo Estados Unidos y Reino Unido los focos principales. El racismo, es una conducta, un sentido (como lo define la Real Academia Española) que afecta a millones de personas en el mundo. Sin embargo, han sido los casos en la comunidad afroamericana los más conocidos en el mundo. Desde la esclavitud hasta el exceso de violencia por parte de la autoridad, los afroamericanos han atravesado por momentos de extrema dificultad, sufrimiento y humillación. Circunstancias que han obligado a este sector social a emprender una lucha desde diferentes ámbitos, uno de ellos: el deporte. El 25 de mayo de 2020, la muerte de George Floyd, consecuencia del abuso de poder, provocó que atletas de diferentes deportes mostraran su apoyo al movimiento Black Lives Matter.
La NBA (National Bascketball Associaton), la competición más importante del baloncesto, suspendió seis de sus partidos en el mes de agosto después de que los jugadores manifestaran su hartazgo ante la injusticia y asesinatos sufridos en la comunidad afroamericana. A ésta le siguieron la WNBA (Women's National Bascketball Associaton), la MLS (Major League Soccer) y el tenis. Desde entonces, múltiples jugadores se presentaron a los encuentros posteriores con playeras y uniformes con las que se exigía igualdad y justicia. Asimismo, previo a los enfrentamientos, en un gesto de solidaridad y respeto, los equipos guardaban (en su mayoría hincados) un minuto de silencio por las vidas perdidas. Una actitud que, el piloto de la Fórmula 1, Lewis Hamilton, emuló al inicio de cada carrera.
El británico, conocido activista, expresó en repetidas ocasiones su inconformidad con la situación que viven millones de personas de tez negra hoy en día. Cabe señalar que, actualmente, Hamilton, es el único piloto de piel negra que participa en la máxima competición de motor, lo que significa un 5% de representación en dicho campeonato. Otro ejemplo es el de Naomi Osaka, tenista profesional que también brindó su apoyo al movimiento Black Lives Matter, para lo que decidió no presentarse a la semifinal de Cincinnati y mostró el nombre de siete víctimas en sus cubrebocas durante su paso por el US Open.
Aunadas al racismo, existen otras formas de discriminación, mismas que han sido evidenciadas y combatidas desde el deporte. La integración de mujeres en el ámbito deportivo ha sido, y sigue siendo, una lucha constante que diferentes mujeres han emprendido. Muchas disciplinas han estado presentes en los Juegos Olímpicos desde su fundación, no obstante, las mujeres no siempre han podido participar en ellos. En el caso de la natación, fue hasta 1912 cuando las mujeres pudieron competir en este deporte. Fanny Durack es un nombre que seguramente pocos conocen, pero fue ella la primera mujer en obtener la medalla de oro en los 100 metros libres. Y Simone Manuel, otro nombre importante en la historia de los deportes acuáticos, siendo la primera mujer negra en ganar una competencia individual en la natación.
También el automovilismo es un deporte donde las mujeres, incluso en nuestros días, reciben pocas oportunidades. Claire Williams es una de las pocas mujeres que ha logrado abrirse paso en el mundo de la Fórmula 1, donde fungió como subdirectora de la escudería Williams durante siete años. En Arabia Saudita, hasta 2017, estaba prohibido que las mujeres condujeran, por lo que, apenas se derogó este precepto, Reema Juffali solictó un permiso para convertirse en la primera mujer saudita en conducir. Así, la piloto de Fórmula 4, logró participar en el Premio de Al-Diriyah.
Aunque algunas prohibiciones hayan dejado de existir, Medio Oriente continúa siendo uno de los lugares más estrictos en la práctica del deporte, y de la libertad, por parte de las mujeres. La que será sede del Mundial de Futbol en 2022, el Estado de Catar, es uno de los países que más viola los Derechos Humanos. En este país, ninguna mujer tiene derecho a la libertad de expresión, asociación o reunión. Además, las mujeres se encuentran en desventaja frente a los hombres en los casos de divorcio, herencia, custodia de los hijos y libre circulación pues, las mujeres siempre deben caminar detrás de los hombres.
Que una institución como la FIFA (Federación Internacional de Futbol Asociación) haya elegido Catar como sede para un evento de esta magnitud, no sólo deja ver el nivel de corrupción alcanzado, sino también la contradicción en los valores que pretende promover; no se puede apoyar el futbol femenino permitiendo a países que violan los derechos de las mujeres ser protagonistas de este deporte. En 2019, el torneo Waff Women's Championship llamó la atención cuando, en uno de sus encuentros, una de las jugadores perdió su hiyab, haciendo que, compañeras y rivales, acudieron junto a ella para evitar que su cabeza fuera vista. Recordemos que el hiyab es una prenda utilizada por las mujeres musulmanas y que, pese a estar permitida en ciertas competiciones, está prohibida en los torneos oficiales de la FIFA. Una regla que atenta contra la libertad de culto y de personalidad de las mujeres.
Otro grupo social que ha luchado desde la cancha es la Comunidad LGBT+. En el futbol, específicamente en el varonil, es poco común que los jugadores se declaren homosexuales, no obstante, existen algunos casos. Recientemente, Jason Collins, futbolista del Minnesota United, declaró ser gay, convirtiéndose en apenas el segundo jugador en declarar su homosexualidad en la MLS. Fuera de EE.UU los ejemplos de jugadores abiertamente gays son escasos, nulos prácticamente, contrario a lo que ocurre en el fútbol femenino, donde la Comunidad cuanta con muchas representantes.
Una de las parejas más conocidas es la de la sueca Magdaelna Eriksson y la danesa Pernille Harder, gracias a la foto que se hizo viral durante el mundial de Francia 2019. Por supuesto, ambas son más que embajadoras de la causa LGBT+. Las actuales jugadoras del Chelsea suman un importante palmarés, siendo Eriksson tercera en el último Mundial con la Selección de Suecia, y Pernille dos veces Mejor Jugadora de la UEFA (Union of European Football Associations).
Lamentablemente, no todo ha sido fácil para esta comunidad. En México, quien fuera director de la Selección Mexicana, Leonardo Cuéllar, aunque no de manera directa, mostró siempre su desacuerdo con la relación que mantenían las seleccionadas Bianca Sierra y Stephany Mayor. Al respecto, es importante recordar que México es el segundo país con mayor índice de crímenes contra personas pertenecientes a la Comunidad, situción que se ve reflejada en el deporte, donde muchos atletas no pueden vivir su sexualidad libremente por miedo al rechazo, traducido en la pérdida de apoyo. Algo que el patinador de velocidad, Jorge Luis Martínez, dejo claro a través de sus declaraciones en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
La rarámuri ("corredora a pie" en tarahumara) Lorena Ramírez es, posiblemente, la figura indígena más conocida en México, y en el mundo. La corredora de Chihuahua, así como los "Niños Triquis", tienen no sólo el mérito de sobresalir en el deporte, sino también el de superar las barreras sociales que se han construido entorno a las comunidades y personas de origen indígena. Pensar que los indígenas son el sector más rezagado del país no es justo cuando, los grupos de población descendientes de los primeros habitantes de estas tierras, destacaron en múltiples disciplinas, incluyendo los deportes.
Además, aún con la escacez de recursos en educación, salud y economía, las comunidades indígenas se han sabido empoderar, aprovechando las diferentes plataformas que el deporte ofrece. Este es el caso de Lorena, de los "Niños Triquis", y el Club Muxes. Un equipo de tercera división del futbol mexicano que, ya no solo representa e incluye a éste tercer género (en la cultura zapoteca existen tres géneros: masculino, femenino y muxe), sino también al resto de personas que pertenecen a la comunidad LGBT+. Su paso por el deporte no ha sido fácil pues, representan a dos de los sectores más vulnerables en México: las personas con una orientación sexual distinta a la heterosexual y los indígenas.
Según diversos estudios relativos a la conducta de los atletas dentro del campo (de juego), se puede saber más de una persona viéndola jugar cinco minutos, que estudiándola toda una vida. Por esto, se dice que el deporte se ha convertido en un movimiento social, no sólo por su capacidad para mover masas, sino para despertar algo más que emociones: Conciencia. En una de sus múltiples entrevistas, el futbolista español, Juan Mata, declaró: "Vivo en una burbuja, la vida real es la de mis amigos que están en paro o estudiando". Una reflexión que nos habla del sentido que algunos deportistas tiene respecto del ambiente en el que se desenvuelven.
La mayoría de ellos gozan de una posición privilegiada, conseguida muchas veces a través del esfuerzo y sacrifico. Sin embargo, éstos no sólo se han ganado el derecho de disfrutar, sino también la obligación de servir como ejemplo. A lo largo de la historia, el atleta ha sido visto como un ídolo, una aspiración, por lo que, es importante mandar el mensaje correcto a las multitudes que le admiran.
Alrededor de 15 millones de personas siguen el torneo de la NBA, más de tres mil millones el Mundial de Futbol, y cerca de cinco mil millones los Juegos Olímpicos. De ahí que el apoyo a las causas sociales por parte de los deportistas repercuta de múltiples maneras. Para una niña, homosexual, indígena, o persona de tez negra, siginifica más de lo que uno puede expresar que, un atleta le respalde, le represente, haciéndole saber no está solo, y que su causa, su sentir y su pensar, es compartido, es valioso.
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