De Francia 2019



Día 22

París se viste de gala, el Parque de los Príncipes albergará a miles de aficionados que, puntuales a la cita, harán rugir el estadio con los gritos y cánticos que distinguen al hincha de cualquier otro aficionado. La mejor entrada registrada en mundiales para la considerada final adelantada entre Francia y Estados Unidos. Sí, son dos mujeres en el banquillo de director técnico, Duacre y Ellis; sí, son veintidós mujeres en el campo; y sí, ésta es una Copa del Mundo femenil. 

Los himnos nacionales estremecen a los millones que se han reunido alrededor del globo terráqueo para celebrar el deporte más hermoso dle mundo, ese que te pone la piel chinita después de la ceremonia inicial, que te desgarra la garganta y te hace vivir una montaña rusa de emociones. Así comenzaban noventa minutos del mejor fútbol de mujeres, con dos potencias midiendose una contra la otra, Europa contra la última representante de América. 

No pasaría mucho cuando la primera oportunidad apareciera desde un tiro libre a favor de las norteamericanas, y fue entonces cuando Rapione sorprendió a la defensa francesa, que en un descuido dejó entrar el balón hasta el fondo de las redes. Los aficionados estadounidenses enloquecieron al tiempo que la mitad del estadio, y todo un país, callaban atónitos. 

El primer tiempo transcurriría apenas con una ventaja mínima, que por supuesto EE.UU intentó incrementar pero que Francia no cedió. Ya en el complemento, el equipo galo demostraría un espíritu propio de él, un espíritu revolucionario, luchador, incansable, que tocó a la puerta del rival en varias ocasiones. Sea por el travesaño, el poste, la mala puntería, la falta de fuerza en el disparo o una gran actuación de Naeher, el balón se resistía a entrar. 

Sin embargo, y pese al agotamiento producido por la exigencia del rival, Estados Unidos haría pagar caro el segundo error de la defensa, dejando a Rapione marcar su segundo tanto después de una pelota retrasada. El golpe anímico fue duro, la anfitrionas, no acostumbradas a ir debajo en el marcador, caían en un momento de desesperación, con más pasión que ideas en los pies. 

Las estadounidenses marcarían un gol más, que no obstante sería mal anulado, dotando de esperanza al conjunto galo. Francia era motivado por una marea azul y blanca que se alzaba desde la grada, y así, en un cobro de tiro libre, Renard se elevaría para meter un cabezazo descomunal y dar vida a las locales. Lamentablemente, el tiempo jugaba en contra, y Estados Unidos supo hacerlo su aliado hasta que el árbitro pitó el final. 

Dura noche en París, para Francia, que se despide con la cabeza en alto, las jugadoras en su máximo nivel y el público orgullode su selección. Es cierto, el sueño se acaba pero, las ilusiones volverán, cuatro años pasarán pronto y las hijas de la patria volverán. Hasta entonces, Estados Unidos busca repetir la gloria, tocar el cielo una vez más, y quién sabe, escribir su nombre entre las estrellas, que en realidad, ya son.

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