De Francia 2019
El Parc OL abrió sus puertas para recibir a los dos grandes equipos del torneo; la invencible Estados Unidos, y la formidable escuadra de Países Bajos. Más de 50 mil espectadores se dieron cita en Lyon para mirar el mejor fútbol del planeta. En el once titular aparecían nombres como Lavelle, Ertz y Morgan por parte de la escuadra norteamericana, y Martens, Van de Donk y Spitse de lado del conjunto europeo.
Veintidós jugadoras que fueron recibidas con el estruendoso aplauso del público, y que hizo vibrar el estadio durante la ceremonia de los himnos. Rapinoe, tres veces finalista, y Van Veenendaal, vestían las cintas de capitanas, y fueron la encargadas de definir el inicio del partido. Fue así como las estadounidenses tocaron el balón y comenzaron los últimos noventa minutos del torneo más importante de selecciones.
Tan sólo diez minutos de juego y el encuentro asimilaba una partida de ajedrez en medio campo; Ellis y Wiegman habían planteado un parado táctico impecable, por un lado Países Bajos impedía el avance de Estados Unidos, y por el otro, las norteamericanas ejercían una fuerte presión sobre las neerlandesas. El primer tiempo había sido una batalla sin límites, sin errores, con cada balón disputándose hasta las últimas consecuencias.
Sólo durante la segunda mitad, se lograría abrir el marcador a través de un penal magistralmente ejecutado por la número '15', Megan Rapinoe. Una falta debatible dentro del área sobre Morgan provocó el rompimiento de medio campo, desordenando las piezas holandesas y dejando espacios para la ofensiva norteamericana. La marea naranja intentó motivar a sus jugadoras pero, el sentimiento fue más que la razón, lo que provocó que pese a la persistencia de Países Bajos, fueran las estadounidenses quienes marcaran otro tanto.
El presente y futuro del equipo de las barras y las estrellas, Rose Lavelle, apareció para definir con un tiro imparable y liquidar la final. Los siguientes veinte minutos de juego no dieron oportunidad a la escuadra europea, dejando a Estados Unidos coronarse nuevamente. La leyenda, Megan Rapinoe, se consagró con el balón y bota de oro, seguida de Alex Morgan con la de plata.
No obstante, y pese a sus pocos minutos en cancha, sería Lloyd quien recibiera el trofeo y alzará con sus manos la gloria; la legendaria número '10' repetía el título de campeona y se consagra como una de las más importantes jugadores de la época. Cuatro veces ha alzado el título de campeón del mundo la escuadra estadounidense, siendo las máximas ganadoras del torneo, y dejando claro porqué son una potencia mundial en el balonpié.
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